dissabte, 21 d’agost del 2010

LA VILA OLÍMPICA REVISITADA

EL PAÍS, 12/06/2010


(POR JOSEP MARIA MONTANER)


El barrio de la Vila Olímpica de Barcelona cumple 18 años de su inauguración para los Juegos Olímpicos de 1992. Revisitarlo nos permite comprobar cómo ha evolucionado y aprender de sus muchos errores. Dieciocho años después sigue siendo, durante todos los días y horas, un barrio casi vacío de paseantes (excepto los fines de semana de verano, atravesado por bañistas) y de comercios. Las plantas bajas, en gran parte macizas ya desde el proyecto, siguen inhóspitas, y de los locales han sobrevivido las sedes de bancos y los restaurantes. Los demás cambian o están vacíos a menudo. Y la poca afluencia de personas es engullida por el Centre Comercial de la Vila.

La mayor parte del espacio libre entre los edificios se ha privatizado: docenas de letreros avisan: “propiedad privada”, “exclusivo vecinos”. Esta machacona repetición define el barrio: privado y exclusivo; toda una lección de urbanismo contemporáneo. Y todo un muestrario de vallas, barreras, cercas y garitas privadas de vigilancia. Ésta es la realidad del urbanismo olímpico barcelonés, bastantes años después, para quien se atreva a recapitular sin miradas mitificadoras. La avenida de Icaria, con las pérgolas de Enric Miralles y Carme Pinós, es el paseo más vacío de Barcelona.

Y es aleccionador ver otra parte de la Vila Olímpica, las tres manzanas proyectadas por el equipo de Carlos Ferrater. Allí hay un poco más de vida, los tres jardines interiores siguen siendo públicos y frondosos, y los comercios están llenos de actividad, ya que se pensó en locales más adecuados: menor superficie, siempre a nivel de la calle (no bajando o subiendo escalones como los que hay en la Vila Olímpica), y sobre todo conformados para que en su uso se mantuvieran transparentes y relacionados con el jardín interior. Mientras que en las tres manzanas se puede experimentar una recreación de la ciudad que ideó Ildefons Cerdà, en el resto de la Vila Olímpica se comprueba lo que ya se vio en un principio: poca vida iba a brotar de una Icaria a la que se le había borrado la memoria, de la baja densidad y de un urbanismo ecléctico y sin carácter.


Article aportat `per VEI

divendres, 20 d’agost del 2010

La Barceloneta más soporta más presión

La BCN más llena de los últimos años soporta la presión con menos multas

El aumento de la presión sobre las playas fruto de la irreverente crisis que auguraban los vecinos de la Barceloneta a principios de junio es ya una realidad contrastada, según explicó ayer el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, durante el balance de la primera mitad de la temporada estival. Los más de dos millones de personas que han visitado el litoral entre mayo y julio suponen una presión que no se vivía en el litoral barcelonés desde el 2006, año en que ya se registraron cifras récord. Fenómeno que, a ojos del alcalde, se ha sabido llevar bien en toda la ciudad gracias a la mayor vigilancia ejercida por un mayor número de agentes policiales que, paradójicamente, han impuesto un menor número de multas, debido al efecto disuasorio que causa su presencia.

Las playas no son el único espacio de la ciudad que este verano está sufriendo un uso más intensivo de lo habitual en estas fechas, en las que, fuera de los focos más turísticos, la capital catalana suele mostrar un aspecto desértico. La difícil situación económica ha hecho que muchos barceloneses hayan renunciado a salir de vacaciones, quedándose en la ciudad y usando de forma más intensa las calles, ya que una cosa es quedarse sin el viaje soñado y otra muy distinta encerrarse en casa. «En una ciudad sometida a mucha presión [a los barceloneses castigados sin vacaciones hay que sumarle el ingente número de turistas], los servicios han estado a la altura», resumió satisfecho el alcalde.

ESCENIFICACIÓN / Para escenificar el trabajo en equipo de los cuerpos de seguridad para lograr esa convivencia en el espacio público –este verano se han realizado 347 operaciones conjuntas–, Hereu se hizo acompañar durante la presentación por la concejala de Seguridad y Movilidad, Assumpta Escarp, por el subjefe de los Mossos d'Esquadra en Barcelona, Antoni Verger, y el por jefe de la Guardia Urbana, Xavier Vilaró.

«Se están notando los efectos positivos de la mayor presencia policial en la calle», insistió el alcalde, quien apuntó con orgullo que han disminuido el número de llamadas por parte de vecinos al 092 para denunciar actos incívicos. «El hecho de que este verano haya casi 500 policías más en la calle –225 agentes de la Guardia Urbana y 220 mossos– significa una mayor prevención, que ha hecho que se produzcan menos hechos delictivos», persistió Hereu.

Pese a ese descenso anunciado por el alcalde –sin aportar cifras comparables–, multas se han puesto, y muchas. La Guardia Urbana ha impuesto en lo que va de verano 24.205 denuncias «para garantizar la convivencia», de las que 16.024 han sido por venta ambulante (cifras correspondientes al 8 de agosto, que no incluyen las muchas interpuestas durante las fiestas de Gràcia). En esas más de 16.000 actuaciones policiales en ese terreno se han decomisado 69.982 latas.

PERSECUCIÓN ACTIVA / En cuanto a la polémica sobre los manteros, Hereu ha insistido en que Barcelona siempre se ha mantenido «muy activa» en la persecución de la venta ilegal y en «garantizar y defender a todos los sectores de la economía formal de la ciudad». «Evidentemente es un fenómeno que no se puede erradicar, pero sí perseguir y denunciar, y eso es lo que siempre hemos hecho y seguiremos haciendo en Barcelona», perseveró el alcalde.

En esa misma línea, y siguiendo a raja tabla la ordenanza cívica, en lo que va de verano se han impuesto la nada desdeñable cifra de 1.190 multas por orinar en la calle, 62 por demanda de servicios sexuales y 145 por ofrecer esos mismos servicios.

Hereu hizo también hincapié en el refuerzo veraniego de los servicios de limpieza, un 16% mayor que durante el resto del año, y en el descenso de la recogida de residuos en las playas pese a su mayor uso. Ese descenso se ha notado tanto en la arena de las playas como en la papeleras de las mismas. Así, durante el mes de julio se han recogido un total de 156.545 kilos de basura playera. De estos, 28.452 se han recogido en la arena, 101.851 en la papeleras de basura no reciclable y 26.242 kilos de las papeleras de envases. En los servicios de limpieza de las playas, este año hay una dotación de 47 personas, con un total de 14 vehículos.

En cuanto a la seguridad en general, el alcalde recordó ayer las cifras ofrecidas en la última estadística sobre el tema presentada el 30 de julio, que refleja que en la ciudad hay una media de 294 hurtos al día, que, pese a ser una cifra importante, supone un descenso del 5,41% respecto al primer semestre del 2009, año que se caracterizó por unas exorbitantes cifras de delincuencia callejera. «Lo importante en estos asuntos es la tendencia, y la tendencia es que lo hurtos disminuyen», matizó el alcalde, quien recordó que la temporada todavía no ha acabado.


Article publicat en el Periódico de Catalunya

dijous, 19 d’agost del 2010

La pintada de Miquel de Pedrola.

Aquí tenéis en el enlace un video que realizó la gente de La Conga sobre la pintada de Miquel de Pedrola.

VIDEO DE PEDROLA

LA PINTADA DE PEDROLA EN LA PRENSA


Aquí tenéis los enlaces

http://www.elmundo.es/elmundo/2010/08/18/barcelona/1282127835.html

http://www.20minutos.es/noticia/791904/0/grafiti/guerra/miliciano/

http://www.btvnoticies.cat/2010/08/18/paisatge-urba-restaura-la-inscripcio-de-miquel-pedrola-a-la-barceloneta/

http://www.elconfidencial.com/ultima-hora/2010/08/barcelona-salva-extremis-grafiti-guerra-dedicado-20100818-348400.html


http://www.publico.es/espana/332728/flange/amenaza/acabar/recuerdo/republicano

dimecres, 18 d’agost del 2010

Els veïns desisteixen de viure al barri del Raval i en fugen

La Marta va venir a viure fa deu anys a la rambla del Raval amb la il·lusió de fer-te d'aquest barri, “de fer arrels aquí”. “La rambla és un carrer preciós, semblava que el barri havia de quedar molt bé, que seria un barri normalitzat”. Deu anys després, té el pis a la venda i es deleix per poder marxar com més aviat millor. Aquest és el camí que està fent molta gent que, com ella, van arribar fa una dècada, a punt per estrenar la gran actuació urbanística que havia de canviar i catapultar el Raval.

Alguns d'aquests veïns es van agrupar en la plataforma Rambla del Raval, creada cap al 2002, per fer sentir les seves queixes sobre la degradació que havien de suportar diàriament. I alguns dels que estaven actius en aquesta plataforma, l'han abandonat perquè ja han deixat el Raval. És el cas de la Mercè, que n'ha marxat per anar a viure al Born. Com la Marta, totes dues apareixen amb un nom fictici perquè han demanat mantenir l'anonimat. “Hem hagut de marxar perquè només ens hem trobat amb dificultats”, assegura la Mercè.

Una immobiliària que treballa al barri del Raval radiografia la situació d'una manera claríssima i inequívoca: “Els que van venir fa cinc i deu anys ja estan marxant, en cansar-se de problemes que no poden canviar, la inseguretat, la falta de civisme...”, explica un portaveu de la immobiliària. El pitjor, segons diu, és que el veí que va arribar al Raval fa cosa de dos o tres anys, s'ha cansat del barri molt abans i ara també mira de marxar-ne. “Van venir amb l'esperança que evolucionaria, que això seria com el Born o millor perquè urbanísticament estava més esponjat”. Cap a on van? Al Gòtic, al Born, també a Sant Antoni i al Poble Sec, “fugen del Raval pur i dur”, expliquen des de la immobiliària.

Quins són els motius d'aquesta fugida en massa dels barcelonins que s'hi havien instal·lat? Les enormes expectatives –reals o irreals, amb l'aura d'una suposada ultramodernitat multicultural– que es van posar en la rambla no s'han complert, i han quedat entelades pels problemes d'inseguretat, l'incivisme i la degradació del carrer. “Cada nit davant de casa, botellón; cada matí, pudor de pipí i brutícia, l'Ajuntament ho ha promogut com una zona d'oci”, denuncia la Mercè.

Si aquest veí català arribat de fa pocs anys en marxa, qui va al Raval? El sector immobiliari ha detectat un nou fenomen: vénen estrangers europeus (francesos, alemanys, anglesos, suïssos i holandesos, entre d'altres) que l'utilitzen com a segona residència. El perfil seria de persones d'entre 30 i 40 anys, usuaris dels vols de baix cost, que volen tenir un pis assequible al centre de Barcelona per poder bellugar-se amb comoditat i rapidesa cada cop que vénen a la ciutat.

4.349 euros per metre quadrat era el preu de venda de l'habitatge de segona mà el 2008. El 2000 eren 1.585

47.431 persones residien al Raval l'any 2008. El 2002, eren 40.968. El 1991, 37.109. I el 1970, 74.054 persones

45% dels edificis del Raval han estat rehabilitats, sencers o parcialment. El 50% al Raval nord, i el 41% al Raval sud.

4.630 pakistanesos vivien al Raval el 2008. El 2001 no figuren ni entre les cinc nacionalitats més nombroses del barri

47% dels residents són estrangers. La primera nacionalitat és la pakistanesa, seguida de la filipina i la marroquina

Article sencer en el diari El Punt

dilluns, 16 d’agost del 2010

BARCELONA, DOS DÉCADAS DESPUÉS

LA VANGUARDIA, 26/03/2010

(POR QUIM MONZÓ)

Marie Ndiaye es la autora de libro ganador del último Goncourt, que acaba de aparecer en castellano (Tres mujeres fuertes, en Acantilado) y en catalán (Tres dones fortes, en Quaderns Crema). Anteayer, Rafael Poch publicó una entrevista con ella, en un café de Berlín, donde vive. En un momento de la conversación Ndiaye recordó la época en que, en 1987, residió en Barcelona, y comparó aquella ciudad con la actual: “Volví hace poco y ha cambiado mucho, a peor; está llena de turistas”.

Las autoridades y los que dicen que ya basta de quejarse, que no hay para tanto, que el turismo es una bendición y que los que critican su desmesura son unos cantamañanas, ¿dirán también que Ndiaye es otra quejica ramplona? Porque, a los que nacimos y vivimos en esta ciudad y llevamos décadas denunciando su degradación, es lo que nos dicen, con una sonrisita de desdén. Pero Ndiaye ni nació en Barcelona ni vive aquí, ni su dictamen está impregnado de añoranzas de infancia. Ndiaye vivió en Barcelona en 1987, volvió “hace poco” y –como muchos barceloneses- constata que la ciudad ha cambiado a peor.

Andan todos muy revueltos con la historia que Barack Obama explica en Sueños de mi padre: que estuvo en Barcelona en su juventud mochilera, y que se alojó en una pensión cerca de la Rambla. Fue en 1988, poco después de la estancia de Ndiaye. Cada vez que él recuerda aquel paso por Barcelona, en la plaza Sant Jaime orgasman ante la posibilidad de que un día vuelva. La imagen de Obama paseando por la Rambla de nuevo (ya sin mochila ni melena afro) supondría tropecientos millones más de visitantes. Ya oigo el teclear de las calculadoras en las oficinas de Turisme de Barcelona, con ojos en los que centellean símbolos de dólar (o de euro, tanto da).

Pero, por mucho que cuando regrese lo paseen rodeado siempre de un muro de seguratas y de autoridades locales y aduladoras, es probable que alcance a ver más allá de los hombros de todos ellos, compare, perciba la evidencia de que lo que fue ya no es, y llegue a una conclusión que no diste mucho de la de Ndiaye. Eso sí, los gerifaltes que intentan hacernos creer que lo que sucede no es grave tienen una ventaja: por el cargo que ocupa, Obama no podrá dar su opinión con la sinceridad con la que la da la francesa. Es inevitable que, tras su visita, el americano se deshaga en cumplidos hacia esta ciudad en la que aprendió que fork se llama tenedor en español y forquilla en catalán. Dirá que es preciosa y que le complace muchísimo haber vuelto a visitarla. Habrá que esperar cincuenta años a que publique sus memorias y entonces, libre ya de obligaciones diplomáticas, diga lo que de verdad le parezca. Por fortuna, Ndiaye no es política, ni está obligada a fingir en aras de la diplomacia, sino escritora, y por eso ya ahora dice exactamente lo que piensa.


Article aportat per VEI